Tras hacer un repaso de todas las aventuras vividas hasta el momento en “Lizaploff”, destacar su narratividad, su coherencia, decidimos proponer que cada asistente se convirtiera por un día en Narrador, y escribiera un pequeño guión de cómo podríamos continuar la aventura partiendo del punto exacto donde nos encontrábamos. De ese modo, el Narrador “verdadero” tendría en cuenta esas aportaciones para la siguiente sesión (o siguientes sesiones).

Todos nos lanzamos a apuntar nuestras Propuestas de continuación para Lizaplof (veinte minutos), tras lo cual las leímos en alto. Pudimos darnos cuenta de lo difícil que resulta tener en cuenta todos los aspectos (la temporalidad, los personajes, los paisajes, el tono,…) de una narración, pero a la vez nos percatamos de que podíamos hacerlo, limando alguna aspereza con las aportaciones de los demás.

Ese día no nos dio tiempo a jugar a “Lizaploff”, pero la verdad es que nos dio lo mismo; habíamos contribuido a engrandecer “Lizaploff”.

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