por Rosa de Alejandría

Mi necesidad te reclama. Entra en mí por la parte más ancha – no vas a tener ninguna dificultad – y disípate por todos mis nervios hasta llegar a los confines de mi cuerpo. En el trayecto te vas a encontrar con cosas bellas y que nunca tu mente ha podido imaginar. Hallarás auténticos encajes de bolillos bordados con todo el cuidado y con hilos tan finos que solo tu mente puede ver, nunca tus ojos. Zambúllete dentro de mí y recorre el camino que yo voy a empezar. Sujétate bien a mí y no tengas miedo, no te vas a perder nunca.

Empezamos ya.

¡Mira, mira! Ahí tienes unas lagunas de aguas frescas que colmarán la sed de cuantos viajeros transiten estos parajes; allá a lo lejos aparecen unas montañas de nubes cuyo origen se ignora pero que son de una belleza que a todo el mundo cautiva. ¡Mira, mira cómo suben y bajan!, ¡observa los juegos que hacen en el movimiento y contempla los bellos colores que se producen cuando son atravesadas por la luz!, ¡disfruta los olores que emanan de estos canales míos que no van a ninguna parte pero que aseguran el alimento a todo mi cuerpo, a todo mi ser! Y para garantizar tu disfrute, tengo unas espinas que impiden que te evapores.

Este viaje a través de mí te ha servido para descubrir los misterios que la naturaleza guarda en esta estructura tan endeble pero tan necesaria para la vida.

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