Y les hablaba en parábolas
por Millán Santos
A Guadalupe, agradeciéndole torpemente su paso entre nosotros… y su «testimonio».
Quiero contaros
la sencilla historia
de una mujer sencilla.
Curtió su vida un cruce de paisajes:
la dura paramera de Castilla
y la campiña verde
de la indómita y noble tierra vasca.
Dos brisas acunaron su cuna,
la suave brisa que acaricia las mieses
y la brisa azul marino
que ensancha los pulmones.
Pudo elegir tres cosas:
Ser encina o ser chopo de ribera
Que crece junto al río
Y que se queda
Y que da ramas.
Ser pájaro en la jaula
que no es libre aunque canta,
o ser paloma mensajera
que aunque vuela,
baja a dejar la Noticia.
Optó por ser paloma
Que ni siquiera pretendió ser águila.
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Masticando la sed,
bebía el agua
en la rica fontana
del que es Verdad, Amor y Vida
y luego deglutida,
gota a gota,
la posaba con transparente mimo
hecha Buena Noticia.
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La paloma otra vez
va a remontar el vuelo.
En un gesto sencillo
de donación sincera,
dice adiós a la tierra
en la que «el sol se pone»
y en lontananza…
la espera un cielo azul
y un mar azul
casi infinitos
como sus ansias de transportar «mensajes».
Y beberá de nuevo a borbotones
la clara luz del «Sol naciente»,
y posará sus alas
dejando huellas
en las que «nazcan flores».
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Esta es la historia
de una mujer sencilla.
Está escrita en parábola.
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Pienso yo que ahora falta otra parábola
Para completar la historia de la que optó
Por ser paloma y no águila…
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