Jervus Ride
por Jairo González
Miro al cielo, todo es negro. Es de noche, hay nubes y corre una ligera brisa. Estoy tumbado en la hierba del parque. Serán sobre las 10 de la noche. Tengo bastante hambre, así que regresaré a casa.
Regresando hacia allí, avisté a un hombre extraño. Llevaba puesta una gabardina de cuero, unas botas negras de cuero y unos vaqueros oscuros. Parecía desorientado así que me dirigí a él.
–¿Está usted bien, buen hombre? –le pregunté.
–¿Me podrías decir dónde está la casa de Jervus Ride?
Raudo y veloz como un rayo, le contesté:
–Soy yo, ¿qué quiere?
–Me presentaré. Soy Ray Zarcore.
–¿El gran jugador de Yu-gi-oh?
–El mismo que estás viendo.
–Acompáñame a casa, te invitaré a tomar algo.
–Vale.
De camino a casa, me dijo que había oído hablar de unos chicos que jugaban a Yu-gi-oh en la parroquia y quería darles la oportunidad de convertirse en grandes duelistas, por eso me buscaba. Le invité a algo. Estuvimos hablando un rato y quedamos al día siguiente para ir a ver a mis amigos Kay y Fred.
A la mañana siguiente, Ray les explicó todo y nos dijo que teníamos que viajar a Tokio solo nosotros y nuestras cartas; que, si aceptábamos, ganaríamos muchísimo dinero y fama, ya que Yu-gi-oh se había convertido en el juego número 1 del mundo. Aceptamos sin pensarlo dos veces. El único inconveniente era que teníamos que salir en unas horas. Corrimos a hacer las maletas, nos despedimos de la gente a la que queríamos y fuimos al aeropuerto.
Al llegar al aeropuerto, nos esperaban un gran número de periodistas.
–Aquí tenéis a las próximas superestrellas de Yu-gi-oh –dijo Ray.
¡¡¡¡¡¡¡Riiiiiiinnnnnnngggg!!!!!!!!
Me desperté. Todo había sido un sueño.
—
Puede volver al índice de Lee Los Lunes nº 3 dando clic acá.