Divina Hierática (Saga Elf O’Goso, III)

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por Glorika Adrowicz

Jamás un mal gesto había hecho mella en aquel rostro que tampoco se había dejado sorprender en uno bueno. Como era su derecho, había solicitado una segunda vuelta y luego un recuento de votos de la Asamblea Divina, sabedora de que no modificaría un ápice el resultado –imposible ignorar los esfuerzos que todos hacían por contener su regocijo, las toses que disimulaban las risas de los menos disciplinados–. Había aceptado su nuevo atributo como Diosa del Humor y, desde entonces, eones atrás, había emprendido la tarea cotidiana de Escucha de Plegarias y Quejas con toda la voluntad minuciosa que ponía en sus propias Plegarias, Quejas y Sugerencias al Actual Señor del Panteón –en el que no depositaba la más mínima confianza como Deidad, empeñado como estaba en sus maniobras educativas sobre los pueblos mortales de las llanuras del mundo sublunar. Podía ver al Resto de los Dioses del Panteón enfrascados en pueriles y estériles juegos, en sus chanzas apenas disimuladas cada vez que la plegaria de un alma atormentada por el anhelo de la risa buscaba su ayuda y su consuelo; aquellos espíritus celestiales habían olvidado la terrible responsabilidad que tenían frente a aquellos seres infradivinos que por casualidad los habían encontrado y reconocido como superiores; debían ser no solo un modelo de conducta, sino aun una constante aspiración, por más vana que esta fuera (un humano es un humano, al fin, si no una lombriz); el Actual Señor del Panteón, el Sagrado Escarabajo, Portacaquitas, quizá lo intuía pero era incapaz de renunciar a sus propias ideas pedagógicas, por más que ella trataba de mostrarle el camino (origen, medios y fin).

–Por aquí hay un problema de i-diosingracia –se mofaban algunos a su cara–. Se ha extraviado el sentido del humor, ¿alguien conoce su dirección?

El sentido del humor. El único sentido que le encontraba, por la experiencia acumulada observando el comportamiento del Resto de los Dioses del Panteón, era el descendente; la mayoría había llegado a un punto en el que eran capaces de las mayores salvajadas con una sonrisa primero hipócrita y luego abiertamente cínica.

Hierática recogió las plegarias del día y se dispuso a analizarlas y responderlas.

¡Oh, Diosa de la Risa y la Alegría, haz que pueda mostrarme tal cual soy cuando me hallo frente a ella! Habitualmente soy un muchacho divertido, ingenioso incluso, según una opinión extendida, mas, así que la veo, enmudezco haciéndome acreedor de sus burlas. Por favor, concédeme el don de hacer que se ría conmigo y no de mí.

–Divina Diosa del Jolgorio, me temo que últimamente mi humor se ha resentido ante ciertos pesares que el discurrir de la vida ha venido acumulando y ya precipitando, aconteceres tan terribles que solo de pensarlo me dan ganas de… Disculpa mi desesperación, oh, Señora de la Burla, y devuélveme la risa…; la sonrisa…; ¿un ligero optimismo, al menos?

–¡Que te jod…! Cuarenta largos años dejándome la piel en pro de tu nombre por ínfimos escenarios ante gente aún más diminuta y ahora vas y de un golpe me arrebatas mi humor, lo único que me permitía soportar la suprema mezquindad de esta mierda de vida que nos habéis concedido. ¡Vosotros sí que os estaréis riendo bien, hijos de…!

–Gracias. Gracias, gracias y mil gracias. Yo era una pobre mujer, resignada a mi triste vida, soportando con humildad todas las injusticias, qué te voy a contar: familia desestructurada; matrimonio como huida, insatisfecha; hijos ingratos; vida social inexistente; una esclava, en fin. Pero hace poco invoqué tu nombre, ¿recuerdas? Y de pronto todo me parece la mentira que era. He aprendido que puedo ser feliz, si me lo monto bien: ahora que mi marido pasa tiempo en casa puedo compartir mi tiempo con él, haciéndole paulatinamente el objeto único de mis dardos orales y de los dobles sentidos. ¡Oh, Señora, los encaja todos! Paso a paso desencadenaré un desprecio más sangrante, he afilado mis dotes para el más humillante sarcasmo. ¡Creo que jamás había disfrutado tanto! Mil gracias. Ahora te dejo, que tengo que rogar al Resto de los Dioses para que me lo hagan durar mucho y no se lo lleven, dejándome solo el desconsuelo de mi soledad.

Baste esta muestra para hacerse una idea de lo que Hierática cosechaba diariamente. Aunque el desprecio no osaba asomarse al erial de su faz, su cabeza bullía de pesar y asco. Bibliotecaria, ese sí hubiera sido un buen atributo divino. Bibliotecaria de los Libros Sagrados, por supuesto, no de aquellos absurdos papiros y palimpsestos repletos de mentiras, invenciones y sátiras. Pero el deber era el deber. Se dirigió hacia su sanctasanctórum a meditar hasta que el sol se ocultara y sus fieles se sumieran en el sueño; solo de esa manera podía hacerse Presente ante los que anhelaban saber que eran escuchados. ¿Qué sería de ellos si la contemplaran en toda su Gloria? Probablemente revolverían toda la casa buscando la garantía o, en su defecto, revisarían la letra pequeña del contrato. Eso si no se decantaban directamente por la apostasía, opción que ella misma tomaría si no hubiera sido creada con el lastre de la fidelidad. Se sentó frente a su escritorio y comenzó a rellenar los huecos de los albaranes que más tarde se informarían de cuerpo onírico y se infiltrarían directamente en los subconscientes.

Divina Hierática Cliente:        AAAAAA
Diosa del Humor Cod. Cliente:        XXXXXXX
Resto de los Dioses del Panteón         Su Pedido/Reclamación:
Cualquier Momento y Lugar         Agente: Divina Hierática
Con Suficiente Fervor, S/N         Nº Albarán: XXXXX/ XXXXX
XXXXXXXXXXXXXX

Fecha: Año del Payaso Espantainfantes

Estimado/a Adorador/a:

Por la presente, tengo el placer de comunicarle que su Petición/Queja/Otros (táchese lo que no proceda), con REF.: XXXXX/XXXXXXXXXXXXXXXXXXX, ha tenido entrada en el Registro Informático de HUMO-R con fecha ______ de ______ del Año del Payaso Espantainfantes. A la menor brevedad posible, su Petición/Queja/Otros será analizada por nuestros expertos. No dude en aportarnos cualquier cambio en su situación, por los medios por usted ya conocidos, para poder continuar con el estudio personalizado de su caso.

Mantenga su confianza.
Para que conste, en
Resto de los Dioses del Panteón, a XX de BBBBB del Año del Payaso Espantainfantes.

Hecho lo cual, Hierática encomendó los albaranes a su hermano Sinrem, Dios del Insomnio, al cual debía muchos favores su gemelo Conrem, Dios del Sueño (con el cual Hierática había tenido menos relación hasta el momento en que se vio obligada a cumplir con sus obligaciones para con sus adoradores; a Sinrem, no obstante, le había ganado tantas partidas al Tup’agas –Y O’Cobro que podía exigirle cualquier favor por el resto de la eternidad) y se retiró a descansar con la satisfacción del deber cumplido y con muchas más ideas para el futuro. De momento, cualquier ser que tuviera algo que decirle tenía asimismo la certeza de ser escuchado, que era cuanto la mayoría necesitaba; tan pronto como pudiera convencer a su hermano Conrem de las ventajas del sistema, crearía una estructura mucho más ambiciosa en la que cualquiera dejaría su Queja/Plegaria/Otros, de forma anónima si le así le placía, para que no solo Ella sino todos cuantos así lo deseasen pudieran escucharlo, con el permiso del/la suplicante, siempre que quisieran; ¿cuántos problemas no podrían resolver entonces ellos mismos? Tendría que contar también con la participación de Memo, Dios/a a la Memoria, pero no sería difícil convencerle. Eso sí que era labor de dioses: poner las bases para el desarrollo de las criaturas sin necesidad de mezclarse con ellas, y así y todo ser reverenciada.

Como de costumbre, invocó al Actual Dios del Panteón –que no le escuchó– y le dejó los detalles de sus avances en el buzón de Sugerencias.

***

Nota: El universo de Elf O’Goso aparece en los siguientes cuentos: Elf O’Goso, Portacaquitas y Divina Hierática.

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